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Los incas cultivaban en diferentes climas en un solo lugar y, por supuesto, sin energía eléctrica y sin modificaciones genéticas de por medio. Y para descubrir cómo, iremos hasta Perú y conoceremos la genial forma en que esta civilización desarrolló la agricultura en un sitio llamado Moray, el centro de investigación de los incas.
Entre la capital inca, Cuzco, y la magnífica ciudad de Machu Picchu, se encuentra el Valle Sagrado de los Incas, que en su día estuvo totalmente poblado por esta civilización. Por ello, hoy en día cuenta con numerosos restos incaicos. Entre ellos, el Sitio Arqueológico de Moray es el único considerado como centro de investigación agrícola de esta cultura.
El concepto utilizado en Moray es sencillo e inteligente. Así es como ha funcionado. Gracias a su ubicación y diseño específicos, cada planta de cada terraza circular -como la que se ve en la imagen inferior- permitía copiar un clima diferente. La zona central más baja tiene la temperatura y la humedad más elevadas, y ambas disminuyen a medida que se asciende. El cambio climático es significativo. De hecho, la diferencia de temperatura entre el nivel más alto y el más bajo puede llegar a los 15 ºC. Así es como con varias de estas terrazas circulares, los incas llegaron a emular 20 microclimas en un solo lugar.
Por eso, en lugar de traer los cereales y las patatas de las tierras altas y las frutas de las tierras bajas, los incas los cultivaban todos juntos en un solo lugar. Y los investigadores creen que las construcciones de Moray también servían para aclimatar las especies vegetales cambiándolas gradualmente de un piso (o estación) a otro hasta que se acostumbraran al tipo de clima deseado.
No todas las terrazas de Moray han sido restauradas. Pero incluso observando las no restauradas, es posible apreciar la notable precisión de sus formas.
En este y muchos otros sitios incaicos, las terrazas están siempre presentes. Una de las principales razones es que son mejores que los cuerpos planos en lo que respecta a la eficiencia del uso del agua. Y, por supuesto, si tienes agua fresca que viene de las montañas, como hicieron en Moray, es mejor no desperdiciarla.
Por otro lado, en el Valle Sagrado de los Incas, las semillas y los productos recolectados se almacenaban de forma natural libres de plagas, gracias a unos almacenes -llamados Colpas- situados estratégicamente en lugares a gran altura, con baja temperatura y humedad.
El primer domingo de agosto tiene lugar en Moray un evento llamado Wata Qallariy, que celebra el comienzo del año agrícola. Es una celebración en la que los lugareños hacen ofrendas para agradecer a la "Pachamama" o Madre Tierra. Los trajes incaicos, la música y las danzas, convierten el evento en una interesante actividad.
No muy lejos de Moray, en el Valle Sagrado de los Incas, se encuentra un encantador pueblo llamado Yucai. Su plaza principal cuenta con edificios coloniales y ruinas incas por igual. Hoy en día, Yucai es un pueblo minúsculo. Pero en el pasado, solía ser un lugar de residencia de importantes emperadores incas. Por ello, sus restos incas merecen una visita.
Al igual que la vecina Mina de Sal de Maras, Moray es una prueba del ingenio y la tecnología incaica. Por eso, durante su estancia en Perú, no debe dudar en hacer una parada para visitar Maras, el centro de investigación de los incas y dejarse sorprender por la inventiva y las precisas construcciones de esta civilización.
¿Estás listo para experimentar esta historia tú mismo?