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Si alguna vez ha viajado a Portugal, es muy probable que mientras busca alguna sugerencia gastronómica, lea (literalmente en todos los menús) , u oiga hablar de su manjar local, la Francesinha.
Para los que ya están familiarizados con este plato, me gustaría aclarar que la Francesinha no es un plato que los portugueses coman todo el día, y por supuesto no es recomendable como un hábito diario (ya entenderás por qué, ¡sigue leyendo!).
Indicada para estados carenciales de alegría y resacas tormentosas, la francesinha es uno de los platos típicos de la gastronomía de Oporto.
El "pequeño francesito", traducido literalmente, tiene sus orígenes en los años 50 y 60, cuando durante la dictadura portuguesa millones de portugueses emigraron a Francia. Muchos años más tarde y cuando fueron enviados a casa, influenciados por la cultura francesa, los portugueses tomaron al croque monsieur en sus corazones.
Daniel David da Silva, que había trabajado durante varios años en Bélgica y Francia, inventó la francesinha como alternativa al croque-monsieur. Se dice que lo llamó así, por su gran admiración por las francesas liberales, las más "picantes" de su tiempo.
¿Qué incluye esa famosa Francesinha?
Bueno, no te asustes, no te voy a mentir, que pesa...
En pocas palabras, es un pan tostado con carne de cerdo, salchicha ahumada, tocino, bistec y cubierto con huevo frito y queso. Sí, todos juntos. Al mismo tiempo, se sirve con papas fritas y una salsa picante local, generalmente hecha de tomate, cerveza y especias.
Supongo que lo más complicado es comerse toda la francesinha, ¿no?
Este plato se puede encontrar en todo Oporto, donde en realidad es algo cultural, y cuesta más o menos de 6 a 7 euros. Aunque no consigas terminarlo, créeme, vale la pena intentarlo.
Disfrute!
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El autor
Chrisa Lepida
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