Mara Noveni

Mara Noveni


Mi nombre es Mara, soy italiana, nací en Roma y crecí en la maravillosa Toscana, una hermosa tierra que considero mi ciudad natal más que Roma. Crecí ...en Toscana con mis abuelos, en un ambiente rural y sencillo, que me permitió enamorarme de la vida sencilla, de sentimientos sin máscaras y de la naturaleza. Antes de la adolescencia, regresé a Roma y terminé mis estudios allí. Siempre he estudiado con la mente alrededor de los números, pero en realidad mi mente soñaba y vagaba en historias y novelas. Al sumergirme en la lectura, soñé e imaginé y viajé con mi mente, y a mi vez soñé con ser capaz de convertirme en un escritor exitoso. La vida me ha llevado a otros desafíos y otras historias, pero tuve la suerte de viajar mucho y por mucho tiempo, viviendo por períodos de medio a largo plazo en el extranjero. Estas experiencias de vida y de viaje me permitieron abrir mi mente y enriquecerme internamente, y con el tiempo he desarrollado diferentes experiencias como copywriter y escritor fantasma escribiendo para mí o para otras personas. Siempre he escrito todo y sobre todo. En la escuela mis composiciones iban por las clases y siempre sacaban las notas más altas, y siempre elegí el tema de la libertad y la imaginación, sin referencias históricas, políticas o de actualidad. A menudo me imaginaba escribir una novela, luego la vida me llevó a otro tipo de profesión, la del diseñador gráfico, que en cualquier caso me permitió desarrollar mejor mi creatividad: mezclando formas y colores expresaba sentimientos, estados de ánimo y emociones. Empecé casi por accidente a escribir más seriamente, durante una colaboración con una asociación cultural, creando para ellos el diseño de su revista web, y por casualidad me encontré escribiendo historias, la mayoría de las cuales eran historias de viajes. De hecho, he tenido mucha suerte hasta ahora porque he tenido la oportunidad de viajar mucho y también por largos períodos, tanto para acompañar a mi amado marido en su trabajo (organiza eventos culturales y exposiciones de arte en Italia y en el extranjero), sino también para unas vacaciones puras. Me sumergí varias veces y durante largos períodos en la confusa atmósfera de El Cairo, comparando siempre el entorno de esta ciudad polifacética con las novelas escritas por Naguib Mahfouz, un escritor al que quiero mucho. Viví varios meses en Miami, comparándome con el calor latino que ofrece esta ciudad y luego recorriendo toda la Florida a lo largo y ancho. Visité Canadá, donde mi querido hermano vive con su familia. Viajé por Croacia visitándola durante unos 25 años, y cada año volvía con las mismas emociones y con tantos seres queridos a los que volver. En todas mis experiencias de viaje tuve la oportunidad de conocer gente especial, con la que continué una amistad, incluso a distancia. Personas que siguen siendo parte de mi vida y que forman parte de mi corazón. Porque el viaje enriquece no sólo la mente, sino también y sobre todo el corazón. Viajando, especialmente fuera de los principales destinos turísticos, tienes la oportunidad de descubrir el verdadero rostro de un país, de un pueblo, de conocer historias, de mirar a ojos que ya no encontrarás pero que permanecerán dentro de ti. Como aquella niña que me miraba fijamente mientras estaba sentada en una cafetería del centro de El Cairo, y que al final, toda sucia, vino a sentarse en mi regazo y me dio unas semillas de calabaza en una mesa demasiado sucia. Ahora esa niña habrá crecido, pero por un momento hubo un intercambio de miradas y emociones entre nosotros que nunca olvidaré.... Siempre he acompañado mis viajes con la fotografía, cuando descubrí que me apasionaba cada vez más este hermoso arte de retratar lugares y objetos para detenerlos en el espacio y en el tiempo. Asistí a varios cursos de fotografía, hasta que me di cuenta de que lo que más me interesaba no era la fotografía artística sino la fotografía callejera, la fotografía robada, la foto tomada en un instante mientras cruzaba la calle o mientras un transeúnte corriendo volvía la cabeza para mirarte. Encontré otra forma de expresión en la fotografía que completó mis relatos de viaje. En estos momentos vivo en Cerdeña, Italia, lugar de nacimiento de mi marido, una tierra que ofrece mil caras de la misma moneda, con tradiciones milenarias, una historia perdida en la niebla del tiempo, una comida y un vino que merecen ser conocidos en todo el mundo, un mar que no tiene nada que envidiar a las exóticas playas del Caribe o de la Polinesia. ¿Qué más puedo pedir? ¡Sólo sigue escribiendo, por supuesto!