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Si eres un entusiasta de la historia o simplemente aprecias la impresionante arquitectura, una visita al Monasterio Franciscano de Vilna es una visita obligada. Situado en la calle Trakai, este monasterio ostenta el título de ser el más antiguo de Lituania, con una rica historia que se remonta al siglo XIV.
El Monasterio Franciscano, también conocido como Iglesia de San Francisco y San Bernardo, es una iglesia católica romana ubicada en el corazón del casco antiguo de Vilna. Se alza con orgullo junto a la icónica Iglesia de Santa Ana, formando un cautivador conjunto de arquitectura gótica.
Los orígenes del monasterio se remontan a finales del siglo XV, cuando los monjes bernardinos construyeron una iglesia de madera en el lugar. Con el tiempo, la iglesia sufrió varias reconstrucciones, incorporando elementos de los estilos gótico, renacentista y barroco. El resultado es una estructura visualmente impactante que muestra la evolución de las tendencias arquitectónicas a lo largo de los siglos.
Al acercarte al Monasterio Franciscano, serás recibido por su impresionante fachada adornada con contrafuertes y ventanas góticas de arco apuntado. Sobre ellos, un frontón presenta torres gemelas octogonales y un cautivador fresco que representa el Crucifijo. El interior de la iglesia es igualmente impresionante, con ocho pilares imponentes que dividen el espacio en tres naves.
Uno de los aspectos más destacados del monasterio es su colección de valiosas pinturas murales del siglo XVI. Estos intrincados frescos, parcialmente descubiertos en 1981, representan escenas bíblicas y hagiográficas dinámicas y coloridas. La fusión de la composición renacentista y el estilo gótico hace que estos murales sean verdaderamente únicos y un espectáculo digno de contemplar.
A lo largo de su dilatada historia, el Monasterio Franciscano ha sido testigo de importantes acontecimientos. Durante la guerra con Moscú de 1655-1661, el monasterio sirvió de refugio para monjes y ciudadanos que buscaban refugio. Trágicamente, la iglesia fue devastada por los cosacos, lo que provocó la pérdida de vidas y la destrucción del monasterio. Sin embargo, prevaleció el espíritu resistente de la orden franciscana y la iglesia finalmente fue restaurada.
Cuenta la leyenda que la escultura de la Santa Virgen María dentro del Monasterio Franciscano posee cualidades mágicas. Los visitantes suelen venir a la iglesia en busca de consuelo y bendiciones, creyendo en el poder de esta obra de arte sagrada.
El Monasterio Franciscano está abierto a los visitantes durante todo el año, lo que le permite explorar sus maravillas históricas y arquitectónicas a su propio ritmo. Ya sea que lo visite durante los vibrantes meses de verano o la encantadora temporada de invierno, la belleza eterna del monasterio dejará una impresión duradera.
Mientras explora el Monasterio Franciscano, aproveche la oportunidad para descubrir otras atracciones cercanas. La iglesia de Santa Ana, con sus intrincados ladrillos y su esplendor gótico, está a tiro de piedra. También vale la pena explorar las encantadoras calles del casco antiguo de Vilnius, que ofrecen una visión del rico patrimonio cultural de la ciudad.
Una visita al Monasterio Franciscano de Vilna es un viaje en el tiempo que le sumerge en la cautivadora historia y las maravillas arquitectónicas de Lituania. No pierdas la oportunidad de experimentar la magia y la tranquilidad de este antiguo lugar de culto.
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