Restaurante Riff

Ser chef es una magnífica profesión, poder disfrutar de la gente, de los amigos, de mi familia, de mis hijos, que son grandes fans, desde pequeños, muy críticos, sí, me encanta cocinar en casa, invitar a amigos y hacer un guiso, a mi manera, por supuesto, o Spätzle, una receta de la Selva Negra, para recordarme mis orígenes, de mi abuela que cocinaba fenomenal, recuerdo a mi abuelo recogiendo cañones bajo la nieve....

Me importa saber para quién cocino, tengo que ver a la gente para quién cocino, tengo la impresión de poder personalizar más lo que hago por esta persona, tengo la impresión de poder hacerle más feliz con mi cocina. Por eso mi restaurante es pequeño.

Es una suerte para mí; mi restaurante es afortunado para mí; Valencia es una suerte para mí.

Disfruto yendo al Mercado Central todos los días por la mañana, me encuentro con mis amigos allí, disfruto de la maravilla de esa arquitectura, de la calidad de los productos de cada momento del año, de las charlas con los que trabajan allí, disfruto de que yo sé, de ser uno de ellos, de ser aceptado....

Otro entorno extraordinario es la subasta donde compro el pescado en el puerto, el lugar es feo, del tercer mundo, sueño y espero que un día ubiquen esta gran circunstancia de otra manera, este circo de las redes tan maravilloso, le den un sentido turístico uniforme. Caminar entre los barcos, entre los pescadores, veo cómo descargan cajas de pescado, frescas, muy frescas... Qué cualidad!

No puedo imaginarme haciendo otra cosa. Para mí, haber encontrado esta profesión ha sido una gran suerte. Suena cursi, lo sé, pero me encanta poder dedicarme a la cocina aquí, aquí mismo, con esos productos, esa calidad, esa tradición que descubro poco a poco, hago cocina valenciana, MI cocina valenciana.