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Conocí a Tim hace dos días y tuvimos una larga conversación sobre su experiencia en Albania. No era la primera vez que estaba aquí y, considerando su regreso, puedo decir que tenía una gran conexión con Albania. Ha estado viajando por Albania durante un tiempo y siempre se las arregló para encontrar lugares fuera de los caminos trillados para quedarse. Actualmente, estaba escribiendo un libro y es por eso que eligió algunos lugares tranquilos para quedarse e inspirarse. Fue muy interesante lo apasionado que estaba con su experiencia albanesa y quería prolongarla lo más posible.
Consideraba a Albania un país siempre cambiante, le gustaba cómo nada es igual y cómo este lugar se caracteriza por un bello "caos"... Tim se sintió atraído por las coloridas ciudades de Albania y dijo: "No me parece interesante cuando los edificios y las calles son todos iguales y esa es una de las razones por las que me gusta este país, nunca se puede encontrar algo que iguale a otra cosa... Todo se trata de la singularidad".
Mientras compartíamos nuestras experiencias, sus palabras me hicieron pensar cómo a veces ignoramos lo que está frente a nuestros ojos. Viviendo 20 años en el mismo país, te olvidas de prestar atención a las cosas porque se convierten en hábitos y los hábitos pierden su poder sobre nosotros. Me estaba describiendo lo mucho que le gustaba ver las calles llenas de gente y de jóvenes. Le gustaba la energía de la calle porque le parecía que la vida estaba más presente que nunca.
Además, hablando de los furgones, me dijo que siempre que estaba en uno era una experiencia interesante porque cada vez que notaba algo nuevo en el estilo de vida de los albaneses.
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El autor
Elda Ndoja
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