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Tiendo a olvidar mis preocupaciones mientras visito ciudades viejas pero hermosas, al igual que olvido las cosas de las que debo ocuparme, e incluso mi teléfono. En un mundo lleno de tecnología, rara vez vamos más despacio y olfateamos las rosas. Afortunadamente, hay algunos lugares que nos teletransportan a una época en la que la vida tenía un ritmo más lento. Algunos de estos lugares han existido durante cientos de años y probablemente seguirán existiendo mucho después de que nos hayamos ido. Hay muchos edificios antiguos en la capital de Rumania, Bucarest. Sus muros han cobijado a millones de personas a lo largo del tiempo, habiendo visto lo bueno y lo malo en la humanidad. Uno de los edificios más antiguos de Bucarest es el Manuc's Inn, considerado el epicentro de la hospitalidad en la capital. Entonces, ¿qué es Manuc's Inn? Es la posada tradicional más antigua de Europa y un lugar que espera a todos con impaciencia. Está a pocos pasos del palacio único en su género, la Casa del Pueblo.
Manuc's Inn (Hanul lui Manuc)
Hanul lui Manuc, București 030167, RoumanieLa posada en el pasado
Situado en la parte antigua del centro de la ciudad de Bucarest, Manuc's Inn es el hotel más antiguo de la capital. La posada fue construida por un señor armenio, Emanuel Martirosi Mârzaian en 1808. El señor era conocido como Manuc por todos los que cruzaban su umbral. La razón por la que esto sucedió es desconocida. Tal vez, los lugareños no sabían cómo deletrear el nombre del dueño.
Manuc decidió construir una posada que sería un faro de luz para aquellos que necesitaban refugio en tiempos difíciles. La tierra en la que levantó la posada pertenecía a la corte real y estaba cerca de donde la gente solía comerciar, por lo que proporcionó refugio a un espectro único de personas.
Inicialmente, la posada contaba con 107 habitaciones, 10 galpones, 15 bodegas, 23 tiendas y 2 salones de baile. En el año 1816, Manuc decidió vender la posada, pero lamentablemente murió en una extraña circunstancia antes de poder hacerlo. Su hijo, Murat, se hizo cargo de la posada y la mantuvo en la familia durante un par de años más. Pero un grave terremoto del año 1838 cambió de opinión y Murat decidió vender la posada.
El contrato de hospitalidad
Por lo general, cuando un edificio se vende, la gente puede poner diferentes cláusulas en el contrato. Estas cláusulas estipulaban cómo debía gestionarse el edificio después de la venta. Debido a que la posada era conocida por su hospitalidad, y los viajeros caminaban mucho para llegar a ella, el propietario puso una cláusula bastante extraña en el contrato.
Los nuevos dueños tendrían que mantener el mismo nivel de hospitalidad hacia los viajeros, dándole a cada huésped el honor que se merecía. Al hacer esto, tendrían que asegurarse de que la reputación de la posada no se arruinara y de que la imagen de la posada pudiera perdurar. Esta vieja tradición aún se mantiene hoy en día. Todos los huéspedes se sienten bienvenidos y honrados durante su estancia.
De la posada al restaurante
Después de que el hijo de Manuc vendió la posada, el edificio pasó por una gran metamorfosis. En primer lugar, se transformó en el Gran Hotel de Dacia. Durante este tiempo, la gente se reunía aquí para espectáculos teatrales e ilusionistas, bailes y banquetes. Incluso en tiempos de guerra, el Manuc's Inn era un lugar de encuentro popular tanto para políticos como para comerciantes.
Más tarde, en la época comunista, se planificó una demolición para ampliar la plaza principal. Las cosas estuvieron en espera por un tiempo, pero al final, se decidió que la posada tenía un valor especial, y se inició un proceso de restauración.
Poco a poco, Manuc's Inn se fue vendiendo de un propietario a otro, hasta que se convirtió en lo que es hoy en día. El edificio se transformó en un restaurante con el mismo nombre y una conocida reputación de hospitalidad. Este restaurante es la elección perfecta para bodas, bautizos y fiestas. De vez en cuando, el restaurante alberga talleres, conferencias o exposiciones de arte.
La Posada de Manuc mantuvo su fama y sigue siendo el epicentro de la hospitalidad en Bucarest. Ya no hay habitaciones disponibles para alquilar, y la gente ha dejado de venir a comerciar. Sin embargo, los viajeros todavía cruzan grandes distancias para llegar hasta aquí y ver la posada tradicional más antigua de Europa.
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El autor
Eva Poteaca
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