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Cómo terminé aquí
Sólo había una manera de llegar a Larrasoana, caminando por las primeras etapas del Camino de Santiago. Ya había caminado desde el punto de partida de Saint-Jean-Pied de-Port hasta Roncesvalles y luego desde Roncesvalles hasta Larrasoana, lo que significaba que hoy sería mi tercer día de viaje y que estaba muy ilusionado, ya que estaría haciendo senderismo hasta Pamplona, la primera ciudad de la ruta. Y después de tres días de cruzar montañas, caminar a través de bosques, tierras de cultivo, verdes colinas y pueblos aislados, ya estaba empezando a ansiar algo de bullicio, un poco de ruido, vida nocturna y calles con pulso.
Puesta en marcha
Es una sensación agradable despertar en un pueblo como Larrasoana. Me desperté con el sonido de gallos y campanas de iglesia, pero aparte de eso, el pueblo estaba casi en silencio. Seguí por el pueblo, echando un último vistazo a las antiguas casas vascas de piedra y a la iglesia con el campanario antes de volver al campo, siguiendo las flechas amarillas de las murallas y las señales que te guían hasta el pueblo vecino a lo largo de toda la ruta del Camino. Pasé por otro par de pequeños pueblos mientras el sendero me llevaba a un denso bosque donde los árboles altos pero estrechos me protegían del sol, y luego a través de un puente de piedra donde el agua fresca y fría fluía sobre las piedras que parecían cubrir todo el lecho del río poco profundo.
Cada vez más cerca
Había pasado la mañana haciendo senderismo con un belga y un australiano que había conocido el día anterior durante un breve descanso en el pueblo de Burgette. Allí habíamos ido a tomar una cerveza en lo que una vez fue un viejo lugar de reunión del escritor Ernest Hemingway. A estas alturas, sin embargo, nos habíamos perdido en algún lugar del camino y me encontré solo subiendo por la ladera de una montaña de tamaño modesto por donde pasé junto a lo que parecía ser una iglesia y una granja abandonadas. Esto fue poco antes de descender para llegar a La Trinidad de Arre, que es una pequeña iglesia y albergue al final de un hermoso puente de piedra en los suburbios de Pamplona. A partir de ese momento, el campo se convirtió rápidamente en calles urbanas.
Llegada a Pamplona
No hay más camino épico para llegar a Pamplona que por el Camino de Santiago. Al llegar a una zona verde de la ciudad, entré por las antiguas murallas de la ciudad, que han estado en pie desde principios del siglo XVI, y pasé por el Portal de Francia para entrar en el casco antiguo, como lo habían hecho muchos peregrinos durante siglos. Confié en seguir a otros excursionistas para llegar a la Abergue Jesús y María, una antigua iglesia y escuela para sacerdotes construida en 1782 y situada en una tranquila callejuela del centro histórico.
"El ambiente y la arquitectura del casco antiguo de Pamplona me hicieron enamorarme de la ciudad en un momento dado. No sabía que sólo un par de años después, sería el lugar al que llamaría mi hogar".
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El autor
Adam L. Maloney
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